QUÉ SON LOS HÁBITOS Y CÓMO AFECTAN A NUESTRO COMPORTAMIENTO
Las personas exitosas diariamente practican hábitos de efectividad en sus vidas. Estas personas, con frecuencia internamente, están motivadas por un fuerte sentido de su misión, un clara visión de adónde quieren ir y unos valores que los impulsan. Estos hábitos ‘de éxito’ que forman parte de sus vidas, están interrelacionados entre sí, son interdependientes y secuenciales.
Nuestro carácter y personalidad es la suma de nuestros hábitos, y los hábitos tienen un poderoso papel en nuestras vidas. El cerebro funciona a través de patrones mentales, hábitos repetitivos positivos o negativos (el cerebro no entra a calificar los hábitos como positivos o negativos, sino como funcionales o no), según cómo haya sido programado.
La introducción a las competencias para generar hábitos de éxito, la haremos a través del análisis del trabajo de Steven Covey en su obra ‘Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas’. Para ello utilizaremos la definición de hábito que nos aporta Covey (1989): “un hábito es la intersección del conocimiento, la capacidad necesaria y el deseo o actitud. El conocimiento es el ‘qué hacer’ y ‘por qué hacer’, la capacidad nos habla del ‘cómo hacer’ y el deseo o la actitud es la motivación, el ‘querer hacer’”.
Los primeros tres hábitos para ser personas altamente efectivas, Covey los denomina hábitos de carácter y nos ayudan a conseguir ‘la victoria diaria privada’, a dar el paso de un estado de dependencia de las circunstancia o victimismo a un estado de independencia o empoderamiento.
Analizaremos brevemente cada uno de estos hábitos:
Hábito 1: Ser proactivo El hábito de ser proactivo o el hábito de la visión personal, significa asumir la responsabilidad por nuestras actitudes y acciones. Si descomponemos la palabra “responsabilidad” en dos partes: responder / habilidad podemos entenderla partiendo de la idea de que las personas proactivas desarrollan la habilidad para seleccionar su respuesta, haciéndola un producto de sus valores y decisiones. Cuando una persona es reactiva sus respuestas ante los estímulos exteriores están siempre condicionadas por ellos. Por ejemplo, si hace buen día estoy alegre, pero si hace mal día estoy triste. Ser proactivo significa que, aunque no siempre tengamos libertad para decidir, lo que siempre tendremos es la libertad para decidir con que actitud enfrentamos las cosas que vivimos. Mientras más practiquemos nuestra libertad para seleccionar nuestra respuesta/habilidad, más productivos nos volvemos. Somos libres para elegir nuestras acciones, aunque no lo somos para elegir las consecuencias que estas acciones tienen. Nunca tendremos la certeza absoluta de conseguir lo que queremos por lo que siempre trataremos de aumentar la probabilidad de que las cosas ocurran haciéndonos responsables de no tener nunca la certeza de que vayan a ocurrir ya que muchas variables se encuentran fuera de nuestro círculo de influencia o control. Por otro lado, la proactividad se alimenta del compromiso con nosotros mismos y con los demás.
Hábito 2: Empezar con el fin en la mente. Este es el hábito del liderazgo personal, el cual significa comenzar cada día con un claro entendimiento de su dirección y destino deseado. Las personas efectivas se dan cuenta que las cosas son creadas mentalmente antes de ser creadas físicamente. Escriben una misión y la utilizan como un marco de referencia para tomar decisiones futuras. Aclaran los valores y establecen prioridades antes de seleccionar las metas y emprender el trabajo. Existen muchas personas que no saben lo que quieren, que no saben hacia donde caminan y por más rápido que vayan, si no saben dónde quieren ir, la velocidad no les sirve para nada. Las personas inefectivas dejan que los hábitos viejos, otras personas y las condiciones ambientales determinen lo que les sucede. Adoptan valores y metas de su cultura y de otras personas que han decidido que así deben ser. Por lo tanto, para alimentar el liderazgo es básico generar el hábito de tener clara la visión de lo que queremos que ocurra.
Hábito 3: Poner primero lo primero. Este es el hábito de la gestión personal e implica organizar y administrar el tiempo y los eventos alrededor de las prioridades personales identificadas en el Hábito 2. Los estudios muestran que aproximadamente un 80% de los resultados deseados fluyen desde unas pocas actividades (20%). Debemos dedicar menos atención a las actividades que son urgentes, pero no importantes, más tiempo a aquellas cosas que son importantes, pero no necesariamente urgentes. Las cosas urgentes actúan sobre nosotros y generalmente reaccionamos a ellas. Pero debemos ser proactivos para hacer las cosas importantes, pero no urgentes. Solo diciendo “no” a lo no importante podemos decir “sí” a lo importante.
Los siguientes hábitos Covey los califica como los hábitos que nos ayudan a conseguir éxito en nuestras relaciones interpersonales y son los siguientes:
Hábito 4: Pensar en ganar/ganar (win/win). Ganar/ganar es el hábito del liderazgo interpersonal. Nos estamos refiriendo más concretamente a la actitud de buscar el beneficio mutuo. El pensamiento de ganar/ganar comienza con un compromiso para explorar todas las opciones hasta que se alcance una solución mutuamente satisfactoria, o no hacer ningún trato. Comienza con una mentalidad de abundancia, una creencia de que aumentando sinérgicamente el “pastel”, hay suficientes pedazos para todos. La gente con mentalidad de escasez cree que solo hay suficiente para los mejores: buscan soluciones ganar/perder. Y la gente que es amable pero que carece de valentía generalmente termina con las sobras de perder/ganar. Las personas efectivas modelan el principio ganar/ganar en sus relaciones y acuerdos.
Hábito 5: Pensar primero entender, luego ser entendido. El quinto hábito es el hábito de la comunicación, una de las habilidades maestras de la vida, la clave para construir relaciones ganar/ganar, y la esencia de la profesionalidad. Los médicos diagnostican antes de recetar, los buenos vendedores evalúan las necesidades y ofrecen soluciones a los problemas. Nuestras percepciones salen de nuestras experiencias por lo que vemos el mundo no como es, sino como nosotros somos. Cada uno de nosotros es un observador particular de la realidad lo que nos lleva a tener antas interpretaciones de la realidad como personas. Por lo tanto, la mayoría de los problemas de credibilidad comienzan con las diferencias de percepción. Para resolver estas diferencias y restaurar la credibilidad, se debe practicar la empatía, buscar primero de entender el punto de vista de la otra persona. Por lo tanto, este hábito nos habla de la importancia de escuchar profunda y empáticamente lo que los demás quieren decirnos. Dejarnos influir por los demás primero y ganar credibilidad. Solo así podremos después por influir en los demás para que estos puedan desarrollarse.
Hábito 6: Sinergia. Este es el hábito de la cooperación y el trabajo en equipo. Para aquellos que tienen una mentalidad de ganar/ganar y abundancia y practican la empatía, las diferencias en cualquier relación pueden producir sinergia, donde todo es mayor que la suma de sus partes. La sinergia resulta de valorar diferencias reuniendo perspectivas diferentes dentro de un espíritu de respeto mutuo. Las personas entonces se sienten libres para buscar la mejor alternativa posible, con frecuencia la “tercera alternativa”, una que sea sustancialmente diferente y mejor que cualquiera de las propuestas originales. La sinergia es el enfoque para la solución de problemas opuesto al enfoque de “complacer o reconciliar”. La gente insegura tiende a hacer cambiar la imagen de ella misma, y se rodea de personas que piensan igual. La verdadera igualdad significa complementariedad.
Hábito 7: Afilar la sierra. Este es el hábito de la auto-renovación. El hábito de afilar la sierra gradualmente significa tener un programa equilibrado y sistemático de autorenovación en las cuatro áreas de nuestras vidas: física, mental, emocional-social y espiritual. Este hábito hace referencia a la ley de la cosecha: recolectamos en la medida en la que sembramos. Las cuatro áreas principales serían las siguientes:
1. Dimensión física. La dimensión física nos habla de cómo debemos dedicar un tiempo al día al cuidado físico de nuestro cuerpo, mediante el ejercicio que mejor se adapte a nuestras necesidades.
2. Dimensión mental. La dimensión mental hace referencia a los hábitos relacionados con la formación continua, con todos aquellos aprendizajes necesarios para poder crecer y desarrollarnos en nuestra vida personal y profesional.
3. Dimensión emocional. La dimensión emocional trabaja el entrenamiento en los componentes emocionales intrapersonales e interpersonales que nos ayudan a conocernos mejor y a interactuar con los demás de una manera más eficiente.
4. Dimensión trascendente. Cuando hablamos de dimensión trascendente, se trata del adquirir el hábito de revisar nuestros valores intrínsecos, lo que conecta más con nuestro ser auténtico y con nuestros compromisos internos y hacerlo de una manera continua para ver si están alienados con nuestros objetivos, tratando que nuestros comportamientos sean coherentes con ellos, ya que si no lo hacemos de manera consciente, nuestro inconsciente se encargará de hacerlo de manera inconsciente, saboteando aquellos objetivos que no estén alineados con nuestros valores más intrínsecos.
En siguientes post, basándonos en los más recientes estudios de neurociencia aplicada, os daré las pautas y herramientas para adquirir los hábitos necesarios para convertiros en personas altamente efectivas, empoderadas y dueñas de vuestro destino, eliminando toda creencia o barrera que se interponga en la consecución de vuestros objetivos.